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Mostrando entradas de febrero 28, 2021

8. Me dan miedo los chinos

 Abro el paraguas en calidad de fe de erratas. Nunca escribí algo tan ofensivo en mi vida, no soy tan atrevido. Es un texto de mierda, que escribí hace no mucho pero que no quiero descartar porque explico muchas cosas que viví durante mi adolescencia, y pretendo hacerme cargo. No me siento (tan) representado con este texto. Me dan miedo los chinos   Cuando somos chicos, el único sentimiento que sabemos diferenciar es el miedo. Mientras todo el resto se balancea entre la diversión y el aburrimiento, el terror se roba nuestra atención en una vorágine que encontramos interminable. El estrés y la tristeza, si bien existen, son displicentes durante la niñez, y nos cuesta identificarlos en nosotros mismos. Con el diario del lunes se puede hacer un esfuerzo y simular recordar angustias y vacíos, así como también momentos de felicidad memorables, placeres infinitos. Sin embargo, éstos son simplemente un recuerdo que nos genera la ausencia. En nuestra adolescencia, entre estallidos...

7. Viento

 Tengo una relación rara con la Capital Federal. Me encanta por muchos motivos y por otros me da mucho asco. Mi paso por ahí es intermitente, pero si hago un balance de las razones por las cuales me tomo un tren y un subte para ir al Microcentro, es mitad por obligación mitad por placer. En este relato muestro la razón principal que me enamora: la cantidad de ventanas que tienen los edificios, cada una con una historia distinta. Todos los autos, las voces y los gritos de los subsuelos. A veces está bueno andar sin auriculares, y escuchar qué tiene la gente para decirnos. Viento Sentí el mismo frío que ella y me endurecí. Miré al vacío. Sonó el disparo. Sentí el viento. Escuché el tren. Sentí el vacío. Me la robaron. Me la soplaron . Desperté. Una tarde asomé el pie dentro del vagón. Estiré la pata y entró hasta la rodilla, creo. Tambaleé un poco y volví a mi lugar. La puerta se cerró y el maquinista arrancó, así que me tapé las orejas cerrando fuerte los ojos y, cuando los ...

6. La siega del Espejo

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siega nombre femenino 1 . Acción o actividad de segar la hierba o el cereal maduro. "toda la familia se había levantado al alba, ese día comenzaba la siega del trigo" 2 . Época del año en que se siega el cereal maduro para recolectarlo. "llovió varios días durante la siega"  Lo copio y lo pego derecho de Google porque ya le mostré el título a algunas personas y flashean que no sé que 'ciega' de 'no vidente' se escribe con C. Aclaraciones aparte, hay momentos de cornisa. Cuando llegás a tu propio límite después de una caída degradante y lenta es necesario reconocerlo, y qué mejor manera de reconocerte mirándote al espejo. Este relato lo escribí en el, hasta ahora, peor momento de mi vida prematura, pero creo que puede aplicarse a cualquier borde que una persona encare. Cuando te mirás al espejo no es difícil reconocerse, pero menos complicado es desconocerse . La siega del Espejo   Entré roto al baño. Tenía un dolor fuerte en la boca del estómago ...

5. Cardiotorácica

 Seguramente es el único relato que escribí basado cien por ciento en hechos reales. Nada de lo que sucede en la historia es inventado. Ni las imágenes, ni los sonidos, ni tampoco falseé los tiempos para hacerla más dinámica. Mi primer y, espero, único infarto sucedió tal cual se lee en esta página, y duró lo que dura leerlo. Cardiotorácica Estaba en la parte de los probadores, ordenando remeras por talle cuando Sofía se asomó detrás del mostrador. Estaba bastante más atrás, así que pude verla casi por completo, de las rodillas para arriba. En menos de un segundo la miré ordenadamente. El contorno delicado de su figura. Calculé el radio de su cintura con la vista, no recuerdo el resultado pero me encantó. Las puntas del pelo me anticiparon que era morocha, de cabello tan negro como el uniforme que llevaba puesto. Su piel tostada contrastaba con sus dientes blancos. El labial rojo combinaba con los lazos que ataban sus dos colitas. Perfecta. Después del segundo de análisis, cruzamos...

4. Apagón

  Acá se ve que me quise hacer el hippie y metí una crítica a la sociedad de consumo. Me da un poco de vergüenza mi yo transgresor, pero no deja de ser parte de lo que pienso. Lo escribí con lo que me quedaba de batería en la computadora, una noche de verano en la que se me cortó la luz y, por ende, el ventilador. Lo redacté cagándome bien de calor. Apagón   Anoche tuve un sueño horrible, aterrador. Era una noche normal en casa: mamá miraba el Bailando mientras lavaba los platos; mi viejo veía en el living la repetición de un River Independiente que no pudo ver el día anterior; mi hermana estaba encerrada en la pieza, escuchando al mango un tema de Ozuna y bailando frente al espejo. Yo estaba sentado en la cama, jugando a la play, y mi abuelo, Vito, dormía en el sillón de mi pieza. Al abuelo lo trajeron para acá hace un par de semanas, después de que casi se muere. Le agarró un aneurisma y, cuando le dieron el alta, mi mamá se lo trajo porque solo no iba a poder. Cuando ...

3. Match-Point

  Me llama muchísimo la atención la obsesión que tenemos los varones con la masculinidad cuando somos chicos (y durante toda nuestra vida, en menor o mayor medida), y los parámetros que usamos para medirla con la del resto. Mediante el físico o el lenguaje, estamos en una constante competencia de inseguridad para dejar bien en claro, para el mundo y para nosotros mismos, que somos fuertes, que tenemos confianza o que tenemos la pija grande. Esto lo escribí, supongo, cuando me di cuenta de que la verdad se cae de madura y que la cinta métrica, en realidad, no es tan necesaria. Match-Point Terminábamos la primaria allá por el 2010, y con mi curso nos fuimos a un polideportivo de Glew para pasar la noche en carpa. Fuimos sesenta chicos entre los dos cursos, la madre de Nicole Rémolo, la de un nene del otro grado y una pareja de profesores de educación física, hombre y mujer, para coordinarnos a nosotros en los juegos y el cronograma de actividades. En el micro viajé con Javi Lagos...